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Siete etapas de sanación

Posted on: March 31, 2020 3:06 PM
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El director de educación teológica de la Comunión Anglicana, el Rvdo. Dr. Stephen Spencer, considera las consecuencias que la pandemia del Covid-19 puede tener para la salud mental y reflexiona sobre las lecciones que los discípulos deben aprender de camino a Emaús.


A medida que el aislamiento social comienza a surtir efecto, se pueden apreciar algunos patrones de comportamiento comunes en todo el mundo. Lo más evidente en estas primeras etapas de confinamiento es un tipo de conmoción mezclado con negación, lo que se ha podido observar recientemente en el Reino Unido cuando, en contra de todas las recomendaciones, miles de personas acudieron a la playa y a los parques nacionales para disfrutar del sol y pasar unas pequeñas vacaciones, como si la pandemia solo afectara a otras personas en otras partes del mundo. En otros lugares, algunos líderes religiosos también han negado que el virus pueda atacar a sus feligreses.

Una semana después, se siente un ambiente muy diferente en muchos lugares, posiblemente a raíz del cambio en la administración de los gobiernos y también como respuesta a la dura realidad del contagio de seres queridos. Los sentimientos de dolor y culpa están surgiendo en algunos sectores: “si hubiera tenido más cuidado, podría no haber transmitido el virus a otras personas” o “si hubiera sido más estricto con mi pariente de edad avanzada, ahora no estaría luchando contra esta enfermedad.”

También están comenzando a surgir expresiones de enojo, más explícitamente la indignación con los gobiernos por sus lentas o confusas respuestas a la pandemia, y también con segmentos de la población como el de los “jóvenes” por no tomarse este problema en serio desde el principio. A medida que aumenten las tasas de mortalidad, este tipo de reacción se hará más fuerte y en algunos sectores se culpará a Dios por permitir que esta pandemia se esté propagando por nuestro planeta.

A medida que el aislamiento social sigue en efecto semana tras semana, es muy probable que la soledad y la falta de contacto humano conduzcan a una depresión generalizada. Ya hay indicios de que los niveles de consumo de alcohol han aumentado y los estantes de licores y otras bebidas de los supermercados se están vaciando. Con un mayor número de casos de embriaguez viene un aumento en el abuso doméstico, ya generalizado y devastador para sus víctimas.

Los dos discípulos de camino a Emaús estaban cayendo en aislamiento social (Lucas 24.13-14). Después del trauma del arresto, tortura y ejecución de Jesús, habían dejado a los demás discípulos en Jerusalén y se estaban alejando de la ciudad. Estaban desobedeciendo las instrucciones de Jesús de quedarse en la ciudad y esperarlo. Su mundo se había derrumbado y ahora también se alejaban del testimonio de las mujeres que afirmaban que Jesús estaba vivo: se negaban a admitirlo.

También queda claro que estaban llenos de ira, en vista de su perspicaz respuesta a la pregunta del forastero: “Qué vienen discutiendo por le camino”, “¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente?”

En su aislamiento, absortos en sí mismos, no habían reconocido a Jesús y podemos ver que la depresión comenzaba a surgir en su confesión, cuando afirmaron que: “abrigábamos la esperanza de que era fuera él quien redimiría a Israel.” Probablemente también se sintieron culpables por no haber creído a las mujeres.

Lo que sucedió después podría ser de ayuda en el traumático momento que estamos viviendo. Su conversación con el forastero abrió una nueva perspectiva para ellos. Su apertura con él y su generosidad al compartir lo que pensaba y creía marcó la diferencia: sus corazones comenzaron a “arder” dentro de ellos, comenzaron a ver las cosas de manera diferente, dejaron de aislarse e invitaron al forastero a quedarse con ellos y compartir una comida. Fue entonces, por supuesto, cuando la realidad de la resurrección se reveló y todo cambió.

A partir de este profundo encuentro, en el punto de inflexión de la historia que comienza en Lucas 1 y termina en Hechos 28, es posible identificar diferentes respuestas de discipulado a las formas en que los humanos experimentan el trauma y el dolor. De la misma manera que el dolor se ha descrito en siete etapas, también podríamos describir siete etapas de sanación aprendidas en el camino a Emaús y disponibles para todos (etapas que las que diferentes personas superarán de diversas maneras):

  • Haga una pausa, como lo hicieron los discípulos cuando caminaron a Emaús
  • Hable con otras personas, al igual que estuvieron dispuestos a hacer cuando el forastero caminaba con  ellos
  • Hable con honestidad sobre la ira y el dolor, como hicieron ellos, expresando su enojo al forastero
  • Hable con honestidad sobre la pena y el lamento, como hicieron ellos cuando expresaron su decepción y confusión
  • Confíe en que otros dirán la verdad, como hicieron ellos cuando comenzaron a escuchar al forastero
  • Aprenda de lo que dice el Mesías, especialmente a medida que reconstruye todo lo que ha sucedido basándose en la profunda narrativa de las Escrituras, comenzando con sus palabras en los versículos 25 al 29
  • Tome la iniciativa de invitar al Mesías a unirse a nosotros, en nuestra mesa, para partir el pan, como hicieron los discípulos en Emaús

El resultado de todo esto, por supuesto, fue la inspiración que recibieron los dos discípulos para regresar a Jerusalén, reunirse con los demás y llevar el evangelio sanador a las demás naciones. De manera similar, nuestra propia sanación y re-inspiración puede florecer de la pandemia actual si nos volvemos como ellos, si escuchamos a quien camina con nosotros y tomamos la iniciativa al igual que hicieron ellos.